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A propósito de RAM

por Dionisia Pappatheodorou “Las matemáticas son el alfabeto con el cual Dios ha escrito el Universo”    Galileo Galilei. Hacer crecer, es la definición que Fernando Savater (1997) ofrece para describir de manera sencilla el concepto de educación, por ello, si deseo educarme y colaborar en la educación de otros, resulta sumamente importante conocer la […]

Autor: UNOi

Fecha: 22 de agosto de 2014

Foto: © eltoro69/depositphotos.com

Foto: © eltoro69/depositphotos.com

por Dionisia Pappatheodorou

“Las matemáticas son el alfabeto con el cual Dios ha escrito el Universo”   

Galileo Galilei.

Hacer crecer, es la definición que Fernando Savater (1997) ofrece para describir de manera sencilla el concepto de educación, por ello, si deseo educarme y colaborar en la educación de otros, resulta sumamente importante conocer la forma en la que aprendemos.  En este proceso, la teoría y la práctica juegan ambas un rol central y complementario, la teoría nos ofrece las bases y los criterios sobre los cuales tomar decisiones con cierto grado de asertividad, mientras que la práctica nos obliga a conectar estos conocimientos con la vida diaria, ayuda a transferirlos a nuevos contextos o situaciones y a desarrollar las destrezas requeridas, mecanizándolas a través de la ejercitación. Una de las formas en las que construimos nuestras competencias.

Sin teoría actuamos a ciegas, trabajamos con base en ensayo y error y con ello lo único que hacemos es alargar significativamente nuestro proceso de aprendizaje. Comenzamos de cero en lugar de echar mano del conocimiento que otros han desarrollado previamente para resolver alguna situación similar, lo cual nos ahorra muchísimo tiempo, desgaste y motivación. Si acortamos el camino, es mas seguro que perseveremos hasta el final, hasta conseguir logros, y con ellos, renovada energía. Creamos un ciclo de aprendizaje. La información teórica nos proporciona atajos para llegar a la meta, y entonces lo único que faltaría sería realizar los ajustes requeridos para poder resolver la situación particular que enfrentamos; es decir, adecuar los conocimientos adquiridos a las circunstancias presentes. Sin embargo, la teoría resulta de poco valor si no la aterrizamos en acciones.  En este sentido la relación entre teoría y práctica resulta indispensable en la educación. Cerrar el ciclo de aprendizaje completamente resulta fundamental.

De igual manera, para Howard Gardner (1993), autor de la propuesta sobre Inteligencias Múltiples, la capacidad de solucionar problemas es sinónimo de inteligencia. Al eliminar obstáculos y solucionar situaciones que obstaculizan nuestro camino hacia el éxito contribuimos a elevar nuestra calidad de vida. Desde la perspectiva de este autor –que comparto plenamente–, una mente educada es una mente ordenada, estructurada, organizada, lo cual es precisamente la función principal del desarrollo del pensamiento lógico-matemático. Este se construye a través de las abstracciones reflexivas que realizamos sobre las relaciones con el mundo físico y social; con nuestra realidad. Por abstracción me refiero al momento en que lo nuevo entra a formar parte de nuestra vida, y se confirma a través de nuestro comportamiento explícito. El cambio de comportamiento es la evidencia de que hemos asimilado algo nuevo… seguir igual significa que no hemos aprendido.

¿Cómo conectar la información teórica a la práctica para construir una competencia? La clave está en el desarrollo de habilidades y actitudes relacionadas con el aprendizaje. Dicho en otros términos, en la estimulación y el fortalecimiento de la inteligencia emocional y cognitiva. Este –a mi juicio- requiere necesariamente ser el nuevo centro de atención en los procesos educativos, ya que la información se encuentra a un “clic” de distancia… ¿qué sentido tiene entonces tratar de guardarla en nuestra cabeza, si podemos hacer uso de la tecnología para ello? Esto, sin considerar que el crecimiento exponencial de la información nos hace imposible abarcarlo. Entonces, lo importante ahora es aprender a manejar la información, a utilizarla en forma práctica de manera que sea nuestra herramienta para poder resolver situaciones y lograr nuestras metas, lo cual, dicho sea de paso, involucra necesariamente a nuestra disposición para aprender y para accionar.

En este sentido y a propósito de RAM (Renovada Actitud hacia las Matemáticas), enseñar matemáticas equivale a equipar a los alumnos desde temprana edad, con herramientas que les permitan analizar, asimilar y guardar la información de manera organizada en su mente. Se trata de ayudarle a formar las estructuras mentales que le permitan acceder a la información siempre que la requiera para utilizarla en la solución de problemas y toma de decisiones en su vida cotidiana. En pocas palabras, educar con matemáticas se traduce en educar para la vida, y consecuentemente –desde este enfoque– el pensamiento lógico-matemático contribuye a mejorar nuestra calidad de vida. ¡Enseñemos matemáticas!

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