Con frecuencia escuchamos que aprendemos durante toda la vida y también que cada quién tiene su forma particular de aprender. Si a lo anterior le sumamos las posibilidades que ofrece la tecnología en materia de conectividad, obtención de información, relaciones personales e interacción y movilidad, tenemos los ingredientes para aprender lo que nos interesa, con las personas adecuadas y en el sitio en que queramos.
Ésta es la idea básica de los Entornos personales de aprendizaje, conocidos como PLE por sus siglas en inglés (Personal Learning Environment), concepto que Jordi Adell y Linda Castañeda, profesores investigadores de la Universidad de Murcia, definen como el “Conjunto de Herramientas, fuentes de información, conexiones y actividades que cada persona utiliza de forma asidua para aprender”.
La idea de PLE se originó en 2001 en un proyecto en Irlanda del Norte, en el que se empieza a desarrollar un entorno de aprendizaje centrado en el alumno, donde éste pudiera recoger y centralizar recursos de diversas instituciones.
Es una forma de entender como aprendemos –dice Castañeda–, partiendo de nosotros y de nuestras necesidades. Es la forma como se integran nuestras experiencias para aprender nuevas cosas del modo que nosotros las articulamos.
Entre las características de PLE, Adell destaca que permite a los estudiantes fijar sus propios objetivos de aprendizaje, facilitan su gestión tanto en contenidos como en procesos y generan instancias de comunicación con otros interesados en los mismos temas. Es, afirma, un proceso autodirigido basado en conexiones con personas en proceso de formación.
Los componentes principales de un PLE comprenden herramientas, mecanismos y actividades para:
- Leer
- Hacer/reflexionar haciendo
- Compartir/reflexionar en comunidad
Las herramientas para lo anterior abarcan: blogs, wikis, newsletters, canales de video, páginas web, cuadernos de notas, redes sociales. Los mecanismos incluyen: búsqueda, curiosidad, iniciativa, análisis, síntesis, reflexión, organización, estructuración, asertividad, consenso, decisión, diálogo. Y, entre otras, las actividades pueden ser: conferencias, lecturas, revisión de titulares, visualización de audiovisuales, diarios de trabajo, mapas conceptuales, creación de videos, encuentros, reuniones, foros, discusiones, congresos.
Adell y Castañeda señalan que no existe una teoría de la enseñanza-aprendizaje derivada de los PLE. Su implementación dependerá del contexto en que se quiera aplicar y puede considerar conceptos de teorías como: Conectivismo; Complejidad y aprendizaje emergente; Heutagogía; y, la teoría LaaN.
Por ejemplo –dice Adell–, un profesor deberá tener en su PLE una lista de contactos de personas expertas en su tema. Un PLE nunca está terminado, siempre añades nuevas cosas, conoces gente nueva e interesante para añadir a tus contactos y estás en constante evolución.
¿Hacia dónde vamos? Posiblemente a modelos didácticos más basados en el trabajo del alumno, más sensibles a las diferencias individuales entre ellos y a un currículo no tan estático y rígido como el de los libros de texto, sino más vivo y cercano a los intereses reales de los alumnos. Y, posiblemente, a la desaparición del concepto de asignatura como una división artificial del conocimiento.
Según Castañeda, los PLE ya existían, cada quien tiene el suyo. El hecho de tener las herramientas de hoy en día los ha hecho salir a la superficie.
__________________________________________
El libro de Castañeda y Adell: “Entornos personales de aprendizaje: claves para el sistema educativo en red”, puede descargarse aquí.