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Crianza sin ultimátum: el estilo danés

Todos queremos que nuestros hijos sean felices. Y, la felicidad es algo que los daneses parecen haber resuelto. De manera consistente, las investigaciones muestran que los residentes de Dinamarca se ubican entre los más felices del planeta. Para explorar la convicción de los daneses respecto a que no debe haber ultimátum, Katie Hintz-Zambrano conversó con […]

Autor: UNOi

Fecha: 19 de noviembre de 2015

Todos queremos que nuestros hijos sean felices. Y, la felicidad es algo que los daneses parecen haber resuelto. De manera consistente, las investigaciones muestran que los residentes de Dinamarca se ubican entre los más felices del planeta.

Para explorar la convicción de los daneses respecto a que no debe haber ultimátum, Katie Hintz-Zambrano conversó con los autores del libro The Danish Way of Parenting (El estilo danés de crianza), Jessica Alexander e Iben Sandhal. Compartimos aquí lo que dijeron.

¿Cómo describirían la crianza sin ultimátum?

“En esencia consiste en gobernar con respeto y no recurrir a los gritos, azotes o a avergonzar para obtener resultados. Se trata de ver a los niños como intrínsecamente buenos y en basar las reacciones hacia ellos con base en ello. En Dinamarca podemos apreciar que este enfoque de crianza de los hijos funciona por completo para criar adultos felices y confiados. Los principales lineamientos son: enseña respeto, sé respetuoso y serás respetado. Cabe señalar que los azotes son ilegales en Dinamarca desde hace 20 años. Todos los daneses que entrevistamos lo consideran una forma impensable de disciplinar a un niño”.

¿Por qué resulta tan problemático emplear el ultimátum?

“Poner a un niño un ultimátum coloca a los padres en una posición en la que tiene que haber un ganador y un perdedor. A nadie le gusta que le pongan un ultimátum porque es siempre una lucha de poder. Nunca ofrece una solución ganar-ganar. En lo que los padres no se dan cuenta es que ellos son con frecuencia quienes terminan perdiendo con este método, incluso si en el momento piensan que ganaron. Pierden cercanía, porque gobernar con amenazas y miedo no genera acercamiento. Pierden respeto, porque los niños aprenden que los límites no significan nada si los padres no cumplen sus amenazas. Y, pueden perder la perspectiva al enfrascarse en las batallas en vez de en la guerra –los grandes fundamentos de la crianza. Lo que resulta interesante de usar el ultimátum es que parece estar muy ligado a cómo nosotros fuimos criados. La mayoría del lenguaje que empleamos con nuestros hijos es heredado de nuestros propios padres. Muchos fuimos creados con base en el miedo y el ultimátum, que son un estilo de crianza muy común en América. Por lo tanto, es comprensible que no tengamos nada más en nuestro acervo mental de herramientas cuando nos estresamos. Saber esto facilita tomar consciencia del por qué usamos el ultimátum, gritamos o golpeamos y, de cómo podemos comenzar a hacer un esfuerzo consciente por cambiar”.

¿Cómo se vincula el no usar el ultimátum con el estilo general de crianza de los daneses?

“Los daneses son personas my democráticas y empáticas y no es ningún secreto que esas semillas se siembran a temprana edad. Se respeta a los niños al concederles voz. Se les ve como a un igual en desarrollo que necesita guía y no como a un niño que requiere control y disciplina. La forma de verlos tiene un efecto directo en la forma de tratarlos. Por ejemplo, una diferencia interesante en el lenguaje danés es que no existe el término “los terribles dos años”. En su lugar, ellos usan “trodsadler” que significa algo así como la edad que delimita. De esta manera, el hecho de presionar los límites es visto como normal y bienvenido, no como terrible. Esto significa una gran diferencia en la forma en que los padres reaccionan al comportamiento del infante. También a los niños se les escucha en todas las edades. Ellos están dando explicaciones en forma constante, incluso antes de hacerlo con palabras. Esto tiene un enorme impacto en la percepción del niño de sí mismo. Una percepción sólida de sí mismo proviene de cuestionar y entender cuáles son las reglas, por qué existen, para luego incorporarlas realmente y valorarlas. Algo muy distinto es tener miedo de una regla. Con miedo, el niño no siempre sabe la razón por la que no debe hacer algo, simplemente quiere evitar que se le lastime o se le grite. Esto no abona en nada al acercamiento y la confianza, en especial al llegar a los años de la adolescencia. La inversión en este aspecto rinde dividendos a largo plazo. Esto no quiere decir que los daneses sean permisivos o débiles; ¡en lo absoluto! Ellos establecen reglas claras y lineamientos que se espera que los niños sigan. Sin embargo están muy dispuestos a responder las preguntas de los niños sobre las reglas. Si no las cumplen, no les ponen de inmediato un ultimátum, sino que se esfuerzan por ayudarles a entender porqué deberían cumplirlas. Esto requiere de práctica, pero es seguro que se puede mejorar en ello. Aún sin palabras se puede hacer que los niños entiendan los motivos para tener reglas. Lo cierto es que lo niños pueden aprender demasiado. Es frecuente que en nuestra propia impaciencia, nuestros antecedentes y el no estar conscientes de la inefectividad de la crianza basada en el miedo, caigamos de vuelta en el ultimátum”.

¿Cómo pueden otras culturas implementar este enfoque sin ultimátum?

“Existen muchas formas. Lo principal es saber las bases, es decir los valores que tú y tu pareja creen que son los más importantes y cómo desean promoverlos y reforzarlos. Uno de esos valores sería a fin de cuentas mantener una atmósfera de respeto, no de miedo. Hagan un acuerdo en el que si tú o tu pareja está perdiendo el control, el otro interviene (cuando sea posible) para hacerse cargo. Recuerda, no tienes que pelear cada batalla, solamente mantenerte concentrado en los fundamentos. Procura mantener la calma y olvidar lo que piensen los demás. A menudo nos estresamos con la familia y los amigos porque nos sentimos juzgados y esto nos ponen en el extremo para hacer que nuestros hijos se comporten. Los niños perciben tu estrés y puede hacerlos reaccionar. No es necesario demostrar nada a nadie. Enseña respeto, sé respetuoso y serás respetado. Quizá obligarlos a que se terminen las verduras en este momento no sea la solicitud más respetuosa. Piensa dónde y cuándo quieres imponer los fundamentos. ¿Quieres hacerlo frente a otros, donde pudieras también estar estresado? Tus fundamentos y tu relación con tus hijos son lo que en verdad importa. Otra sugerencia importante: ten empatía con tus hijos. ¿Tienen hambre?, ¿están cansados?, ¿molestos? Entre más entiendas los motivos de su comportamiento, mejor será tu relación. Cada edad tiene particularidades sobre lo que podemos esperar. Entre más lo sepamos, será más fácil ver el comportamiento de los hijos como normal y saludable y no como terrible e irritante. La forma en que elijas ver a tus hijos siempre afectará tu reacción hacia ellos  Un problema lo es sólo si nos referimos a él como tal. Lo que das regresará a ti en un ciclo. El bien engendra bien, el mal engendra mal, la falta de control genera falta de control y, la calma genera calma”.

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Fuente: mothermag. Traducción: UnoNews