¿Educamos para ser felices o para ser plenos? Una nueva perspectiva educativa. - UNOi Internacional
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¿Educamos para ser felices?

En la educación moderna, se debate frecuentemente su objetivo final y, en muchos casos, se concluye que debemos educar a las personas para que puedan ser felices. En este artículo, exploraremos una perspectiva diferente: ¿qué pensarías si te dijéramos que el mundo no necesita alumnos felices, sino humanos plenos? Permítenos explicar la diferencia. Vivimos en la época de la felicidad imperativa, es decir, se nos dice constantemente que vinimos al mundo a ser felices; no obstante, la verdadera meta de la educación no debe ser formar personas que se sientan obligadas a ser felices, sino individuos que reconozcan la felicidad como una posibilidad y que descubran, en la totalidad de sus emociones, un abanico de perspectivas indispensable para enfrentarse al mundo actual.

Autor: UNOi

Fecha: 14 de junio de 2024

La felicidad como una posibilidad y no como una obligación

A diferencia de otras épocas, en el mundo actual la felicidad se entiende como un estado de bienestar constante, derivado del acceso a muchos tipos diferentes de satisfactores, que propician una vida agradable, con poca fricción, poco desgaste y una amplia gama de sensaciones placenteras. En la escuela, este enfoque se traduce en la creación de un ambiente positivo y estimulante, en el que los estudiantes se sientan continuamente reconocidos, contentos y motivados. Sin embargo, esta visión, aunque bien intencionada, podría ser limitada, ya que la felicidad (tal y como nos la describen las narrativas actuales) es una emoción transitoria y podría no propiciar el desarrollo integral que la persona necesita.

Ante este escenario, la escuela debe ampliar sus miras y apuntar a un estado de desarrollo sustancialmente distinto a la felicidad. La plenitud es un concepto que sugiere un arco narrativo más amplio, porque alude a la totalidad de la persona. Por ende, implica el desarrollo integral del estudiante, e incluye aspectos emocionales, intelectuales, sociales y éticos. Se trata de formar individuos que no solo busquen experimentar el gozo transitorio de la felicidad, sino que sean capaces de gestionar la totalidad sus emociones (incluidas la tristeza, la ira y la angustia), enfrentar desafíos importantes y encontrar un propósito significativo en sus vidas. Este enfoque promueve una educación que va más allá del bienestar inmediato y procura un crecimiento profundo y sostenido a lo largo del tiempo.

Implementar una educación centrada en la plenitud requiere un cambio de paradigma en cuanto a cómo se percibe el éxito educativo. En lugar de centrarse exclusivamente en el rendimiento académico y una superficial y frágil sensación de bienestar, este enfoque valora la capacidad de los estudiantes para conocer y gestionar la totalidad de su rango emocional, descubrir y articular sus intereses, adaptarse sanamente al cambio, superar dificultades, desarrollar su potencial único e irrepetible y contribuir positivamente a la sociedad. La educación enfocada en la plenitud prepara a los estudiantes para una vida equilibrada y satisfactoria, donde la felicidad es una posibilidad natural derivada de un desarrollo integral y consciente, no una obligación que debe ser cumplida a toda costa.

Fomentar el pensamiento crítico, la empatía y la creatividad

El pensamiento crítico juega un papel fundamental en la formación de las personas, ya que permite a los estudiantes cuestionar y profundizar en sus conocimientos. La duda no debe verse como una debilidad, sino como una oportunidad para descubrir y comprender el mundo de manera más completa. Al fomentar este tipo de pensamiento, los docentes pueden ayudar a los alumnos a desarrollar habilidades críticas y creativas, promoviendo un aprendizaje activo y significativo. Esta práctica no solo estimula la curiosidad, sino que también capacita a los estudiantes para enfrentar problemas complejos y encontrar soluciones innovadoras.

La empatía, por su parte, es un motor poderoso para generar colaboración entre individuos y crear sociedades más sanas y equilibradas. Los contenidos curriculares no suelen abordar la construcción de estas capacidades en los estudiantes. Es necesario crear, dentro de las escuelas, espacios que permitan a los alumnos entablar relaciones colaborativas con sus compañeros, de modo que gestionen sanamente sus emociones mientras trabajan en proyectos conjuntos, asuman responsabilidades y se sientan parte de un todo más grande que ellos mismos. Estos espacios harán uso de una pedagogía específica que llamaremos líquida y que abordaremos con mayor profundidad en futuras entradas de este blog.

Fomentar la acción es igualmente importante, ya que convierte el pensamiento crítico y la empatía en agentes de transformación . La educación debe proporcionar oportunidades para que los estudiantes pongan en práctica sus ideas y tomen decisiones informadas. La acción y el emprendimiento son esenciales para el desarrollo integral, pues permite a los estudiantes aplicar sus conocimientos en contextos reales y aprender de la experiencia. La cultura maker es un activo importante en este sentido. Participar en proyectos maker (es decir, proyectos en los que los estudiantes hagan cosas con las manos y propongan soluciones a problemas de la vida real) no solo refuerza el aprendizaje teórico, sino que desarrolla habilidades de liderazgo, trabajo en equipo y responsabilidad social, y prepara a los estudiantes para ser agentes de cambio en sus comunidades.

Retos y obstáculos en la educación para la plenitud

Principales desafíos en la implementación de una educación centrada en la plenitud:

  • Resistencia al cambio: Muchas instituciones educativas están arraigadas en métodos más tradicionales que priorizan el rendimiento académico sobre el desarrollo pleno de la persona. Cambiar estas prácticas requiere un esfuerzo considerable y la disposición para adoptar nuevas metodologías.

  • Recursos limitados: La educación para la plenitud a menudo requiere recursos adicionales, como programas de desarrollo emocional, consejería y actividades extracurriculares, que pueden ser difíciles de financiar y sostener en escuelas con presupuestos ajustados.

  • Capacitación de los docentes: Los educadores necesitan formación específica para implementar estrategias que promuevan la plenitud. Sin la formación adecuada, pueden sentirse inseguros sobre cómo integrar estos conceptos en su enseñanza diaria.



Críticas y cómo abordarlas:

  • Percepción de baja rigurosidad académica: Algunos críticos argumentan que centrarse en la plenitud puede disminuir el enfoque en el rigor académico. Para abordar esta crítica, es importante demostrar que el desarrollo emocional y social complementa el rendimiento académico, para formar estudiantes más equilibrados y efectivos.

  • Dificultad en la evaluación: Evaluar el progreso en términos de plenitud puede ser subjetivo y difícil de medir. Implementar métodos de evaluación que incluyan autoevaluaciones, retroalimentación cualitativa y proyectos prácticos puede ayudar a cuantificar estos aspectos.

  • Cultura educativa competitiva: En un entorno donde las calificaciones y los resultados son altamente valorados, puede ser un desafío convencer a los padres, estudiantes y directores de la importancia de una educación que también se centre en el bienestar y la plenitud. Comunicando los beneficios a largo plazo y mostrando ejemplos de éxito puede ayudar a superar esta barrera.


Educar para la plenitud: más allá de la felicidad inmediata

Educar enfocados en la plenitud, y no solo para la felicidad inmediata de los alumnos, es esencial para el desarrollo integral de los individuos. La felicidad es pasajera y no siempre refleja un crecimiento profundo, mientras que una educación centrada en la plenitud prepara a los estudiantes para enfrentar desafíos con resiliencia, creatividad y propósito. Fomentar el pensamiento crítico, la empatía y la acción permite a los estudiantes fijarse metas ambiciosas y convertir sus aspiraciones en realidades tangibles. A pesar de los retos, como la resistencia al cambio y la necesidad de recursos y capacitación docente, superar estos obstáculos con estrategias adecuadas puede transformar el sistema educativo y formar individuos completos y preparados para un mundo en constante evolución.