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Errores que cometemos al querer ayudar a los hijos en la escuela

Es común que en nuestro afán por allanar el camino de nuestros hijos, por evitarles cargas que nos parecen excesivas, papás y mamás incurramos en hacer cosas que no tienen nada de formativo y que van desde salir a medianoche a imprimir el trabajo, terminar de colorear el dibujito, hasta hacer nosotros la investigación o […]

Autor: UNOi

Fecha: 3 de febrero de 2016

Es común que en nuestro afán por allanar el camino de nuestros hijos, por evitarles cargas que nos parecen excesivas, papás y mamás incurramos en hacer cosas que no tienen nada de formativo y que van desde salir a medianoche a imprimir el trabajo, terminar de colorear el dibujito, hasta hacer nosotros la investigación o incluso la tarea completa.

Esto no quiere decir que no podamos echar la mano alguna vez, pero nuestra intervención en sus obligaciones escolares debe ser inversamente proporcional a su edad. Ayudamos un poco de pequeños y nada de mayores.

Nuestra atención no debe centrarse exclusivamente en los estudios; hay más cosas en su vida que deben ocuparnos: los amigos, el juego, el esparcimiento, el deporte. Tampoco hay que saturarlos con actividades extraescolares que en ocasiones satisfacen más nuestras propias aspiraciones que las de ellos.

Enseñarles algún método distinto a la línea pedagógica de la escuela (“porque así lo aprendí yo”), más que ayudar puede resultar en confusión. Tampoco hay que ir más de prisa que lo previsto en el programa. Los padres debemos ser pacientes y entender que el proceso es largo. Los tutores externos sólo se justifican en casos de dificultades puntuales y nunca para adelantar.

No es recomendable premiar las buenas calificaciones. Se pueden aplaudir y celebrar, pero si se ofrece un premio y la calificación no se logra, la frustración que produce es doble. Respecto a las malas notas, llevan implícito el deber superarlas y no hace falta un castigo.

Para justificar cualquier incumplimiento o resultado desfavorable, los padres nunca podemos argumentar que la tarea, proyecto o trabajo estaba muy difícil; o que el tiempo asignado para ello fue muy poco. Si hacemos esto, damos pie a que el hijo haga lo mismo.

Si queremos hijos autónomos, responsables e independientes debemos fomentar en ellos hábitos de estudio y previsión y dejar que enfrenten sus propios procesos con todas las consecuencias, buenas y malas. ¿Se equivocaron? ¡Bien! Los errores son inherentes al proceso de aprendizaje y es mucho lo que se puede aprender de ellos.

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