Guiados por edecanes que portaban estandartes con el nombre del programa y grado de cada taller, al término de la sesión plenaria del martes, los maestros se dirigieron a sus salones.
Las mesas estaban adornadas con manteles coloridos y los muros con frases motivadoras como “trabajando duro”.
Cada aula estaba lista para recibir a entre 60 y 70 personas. Dos coaches o instructores –por cada salón- iniciaron las sesiones apoyados con una tableta iPad y una pizarra electrónica.
Las sesiones del programa en inglés se llevaron a cabo en esa lengua, aunque siempre con la posibilidad de intervenir en español.
Aunque la mecánica tuvo algunas variantes, se expusieron en primera instancia, los propósitos del taller: Conocer las características del programa (sea éste en español o en inglés) y, diseñar el avance programático de una semana de clases.
Se pidió a los participantes responder cuatro preguntas con respecto a su compromiso con el taller, las dudas que surgieran sobre los propósitos del mismo y lo que esperaban que sucediera, o no, durante la capacitación.
En un ambiente de cordial colaboración se les presentaron distintos materiales en video y hubo un intercambio con libertad, limitada –sólo- por los tiempos del programa. En un momento dado, regido por un horario preestablecido, los maestros recibieron un Ipad (150 tabletas se distribuyeron en los salones para sesiones de uso), con el que se familiarizaron durante 50 minutos e hicieron algún ejercicio.