En el marco del eje de diagnóstico del Congreso internacional Visión XXUNO Panamá 2014, la segunda intervención estuvo a cargo del director del proceso de formación de UNO Internacional, Alfredo Vota.
Siguiendo el formato del encuentro, Fredy comenzó por mostrar una foto de su paso por la escuela y relató que hizo la secundaria en una época muy dura en Argentina en los tiempos de la dictadura militar y la Guerra de las Malvinas. En ese entrono, dijo, la escuela se caracterizaba por transmitir formas y no fondo, por mostrar una disciplina vacía y poco contenido.
Al concluir en 1982, escribió con un compañero un artículo sobre su experiencia escolar titulado “Entre muros y puentes”, donde contaban que habían encontrado muchos muros y pocos puentes y que los muros les representaron obstáculos para pasar y los puentes les llevaron a oreos escenarios. Agradecieron ambos porque en definitiva era educar pero su pregunta fue si para ello eran necesarios tantos muros y pocos puentes.
Recordó que tuvo muchas inquietudes vocacionales que la escuela no aprovechó, lo que consideró que era una injusticia para él y sus compañeros y decidió revertirlo y ser profesor. Tenemos –señaló–, la obligación de pensar qué subjetividades pasan por nuestras escuelas y si en verdad estamos aprovechando la potencialidad de cada uno de nuestros alumnos. Subrayó que los diagnósticos rápidos no ayudan, que ignorar los indicadores de peligro no nos llevan a ningún lado y que tenemos que ser críticos con nuestros indicadores de éxito. El costo es alto con los niños si no lo hacemos.
Fredy invitó a repasar la historia de la educación a partir de cuatro revoluciones. La primera, la aparición de la imprenta en el siglo XV como facilitación cultural; de los escribas lentos a la divulgación. Junto con la imprenta aparecen las escuelas y la influencia de la iglesia, donde los alumnos que nada saben requieren de la iluminación del maestro y aparecen los exámenes para verificar si la iluminación se dio.
La segunda revolución está dada por la constitución de los estados nacionales en el siglo xix y con ellos los sistemas de educación cuya función era transmitir la verdad revelada en forma laica, pasar de los santos a los próceres patrios. La finalidad incluye escuela primaria para pobres, secundaria para clases medias y universidad para ricos; esquema que se mantiene durante mucho tiempo. Pero, sobre todo tiene la función de constituir ciudadanos patriotas que peleen las guerras cuando haga falta.
Luego viene una tercera revolución –quizás la que sea la decadencia del dispositivo escolar–, que es el impacto social de la masificación de la escuela; un dispositivo creado para determinar y homogeneizar que enfrentó a la diversidad sin tener respuesta. Su práctica se ritualizó con un vacío de significado. En vez de enfrentar la diversidad la escuela se parapetó detrás de ritos que ya no tienen significación.
Para terminar, la cuarta revolución, la más profunda y lapidaria con relación a la constitución de la institución mundo escolar es el mundo digital. Si la escuela nace con la imprenta, tenemos que pensar si no muere en este formato del mundo digital que nos trae una nueva lógica escolar donde no hay una sola verdad que está en un libro y debe ser divulgada, sino que la realidad y la verdad se co-construyen.
En el siglo XIX aparecen las teorías pedagógicas que atentan contra la escuela; que dicen que enseñar no homogéneo, que los procesos de enseñanza son diversificados. Pero eso luego se traduce en un aula, 20, 30 alumnos que aprenden a la par, todo se evalúan de la misma manera y siguen un determinado ritmo. El estado nos exige un contenido en un continente que es el alumno. El mundo digital, consideró, es quizá la oportunidad de hacer realidad esas pedagogías para construir el saber de manera colectiva.
Fredy expresó que su intención era discutir que la escuela tiene fecha de vencimiento; no que vaya a desaparecer pero sí seguramente a cambiar de formato.
Antes de concluir, presentó un video donde distintos educadores manifiestan su sentir con respecto a un modelo de formación pasiva, desmotivada, que pretende crear ciudadanos iguales y alimentar la burocracia. Fredy consideró el diagnostico como lapidario y real, y señaló como consecuencia que en Buenos Aires, lo mismo que en Latinoamérica, entre el 40 y el 60 por ciento de los alumnos abandona la escuela secundaria.
Por último, presentó en audio el testimonio de un alumno suyo que hace cinco años fue diagnosticado con fobia escolar. Fue necesario ir a buscarlo a su casa e incorporarlo paulatinamente hasta que decidió entrar. Hoy, a poco de graduarse a los 17 años, Roy consideró entre los factores que causaron su fobia a los profesores que crearon un ambiente de hostigamiento no digno para el alumno, así como la incapacidad de trato individual. Si hubiera que construir una escuela de cero, dijo, el chico debería ser tratado individualmente y la escuela tener un espacio para que cada quien se desarrolle según su forma de ser.
Retomando la conclusión de Roy y la suya propia al terminar la secundaria, Fredy terminó repitiendo la idea de que quizá hagan más falta menos muros y más puentes.
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