por Sandra Diego Pérez
Puedo considerarme una mujer afortunada. Tengo dos hijos mayores, uno de 28 años y otra de 25, y mi hijo pequeño que tiene 12. Esto me ha permitido comparar la educación que recibieron ellos y mi pequeño. Indudablemente mi participación también es diferente. Mientras con los primeros era necesario estar un mínimo de 50 minutos para realizar la tarea, con Arturo solamente es necesario dar alguna indicación o ejemplificar algo que no entienda en un primer momento. El acceso a la tecnología y a diversas áreas del conocimiento, también es distinto.
Mi participación en la escuela, aunado a mi situación actual (jubilada), es más cercana e intento estar informada de los acontecimientos, actividades y sugerencias que se ofrecen. Los padres de familia podemos aportar ideas para mejorar ya que vemos la escuela desde “afuera”, lo que da una perspectiva diferente.
Me parece que el Sistema Uno y específicamente en el Colegio Viksol, se da un enfoque más humanista, el acercamiento y conocimiento de cada uno de los niños es lo importante. Mi hijo llegó al colegio con antecedentes de comportamiento difícil y era un tanto antisocial. Ahora tiene un excelente desarrollo, participa, considero que es apreciado por sus compañeros, sus habilidades, actitudes y aptitudes se modifican día con día hacia la mejora. Mi participación es de acompañamiento y guía.
Como madre procuro considerar sus necesidades y si observo algo que pueda ayudar a que la escuela atienda sus requerimientos, lo comunico y así tratamos de explotar todas las habilidades de mi niño y considerar las áreas de oportunidad para su mejora.
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