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¿Por qué no todos somos buenos samaritanos?

En una charla de TED sobre pensamiento lateral, el psicólogo Daniel Goleman, autor del célebre libro Inteligencia emocional, señaló que la vida nos ofrece muchas oportunidades de ayudar a los demás y unas veces lo hacemos y otras no. Para explicar el porqué actuamos así, relató que durante un seminario de Teología en la Universidad […]

Autor: UNOi

Fecha: 5 de diciembre de 2016

En una charla de TED sobre pensamiento lateral, el psicólogo Daniel Goleman, autor del célebre libro Inteligencia emocional, señaló que la vida nos ofrece muchas oportunidades de ayudar a los demás y unas veces lo hacemos y otras no.

Para explicar el porqué actuamos así, relató que durante un seminario de Teología en la Universidad de Princeton, a un grupo de estudiantes se les pidió que como práctica prepararan un sermón. A la mitad del grupo se le dio como tema la parábola bíblica del Buen Samaritano –en la que un hombre se detiene en el camino a ayudar a un extraño que lo necesitaba. A uno por uno se le pidió que se trasladara a otro edificio para dar su sermón. En el trayecto todos se toparon con un hombre encogido que se quejaba y requería ayuda. ¿Se detuvieron?, no. Ni siquiera, porque tenían la parábola en mente. El factor que resultó determinante para no detenerse fue la prisa que tenían por llegar a tiempo a su destino y lo absortos que estaban en lo que iban a hablar.

Según Goleman, no aprovechamos todas las oportunidades que se nos presentan de ayudar porque estamos concentrados en la dirección equivocada. De acuerdo con la neurociencia la reacción natural de nuestro cerebro sería ayudar, es decir, si prestamos atención a la otra persona, de inmediato empatizamos con ella. Entre las razones por las que no lo hacemos, mencionó que el ensimismamiento impide darnos cuenta de lo que ocurre y, en consecuencia, evita que tengamos  empatía y compasión. Si nos concentramos en nosotros mismos –como sucede a menudo–, dejamos de percibir a los demás.

Subrayó la importancia de distinguir entre centrarnos en nosotros o en los demás.

La empatía –sentir con el otro–, no tienen ninguna relación con el intelecto. Contó Goleman que cuando se le preguntó a un asesino serial con un coeficiente intelectual de 160, si no había sentido pena por sus víctimas –cercanas, por cierto–, el hombre dijo que tuvo que desconectar esa parte de él, pues de otro modo no habría podido hacerlo. Eso es lo que hacemos, cuando nos volvemos hacia nosotros mismos, nos desconectamos del otro.

Goleman llamó atención hacia nuestras prácticas de consumo, donde somos víctimas inconscientes de las consecuencias ecológicas, de salud pública y de justicia social y económica de lo que compramos y utilizamos. Puso como ejemplo la historia de una camiseta –del libro: La vida oculta de los objetos cotidianos–, que habla de dónde se cultivó el algodón, los fertilizantes que se emplearon, el efecto de éstos en la tierra, la resistencia al teñido de la tela y el efecto nocivo de las aguas residuales, evidente en la propensión a la leucemia que tiene los niños que viven cerca de fábricas textiles. Mencionó que ya algunos fabricantes están depurando sus aguas residuales y que existe una nueva tecnología de etiquetado que permite rastrear el producto hasta su origen, incluyendo sus procesos de manufactura y si se elaboró con conciencia social, para que hagamos  mejores elecciones.

Para finalizar, el expositor se refirió también al trance urbano que nos impide pasar de largo en las calles ante personas desamparadas y exhortó a que nos detengamos. Basta con que alguien preste a tención para que otros lo adviertan y actúen.

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El video de la charla completa puede verse aquí.