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Tres cartas de fin de curso

Una actividad interesante para que los alumnos realicen en estos últimos días del ciclo escolar consiste en escribir cartas en las que describan sus experiencias y sensaciones a lo largo de un año de aprendizajes y convivencia. El contenido y la extensión son libres; el único requisito es la sinceridad. Las cartas se cierran para […]

Autor: UNOi

Fecha: 17 de junio de 2016

Una actividad interesante para que los alumnos realicen en estos últimos días del ciclo escolar consiste en escribir cartas en las que describan sus experiencias y sensaciones a lo largo de un año de aprendizajes y convivencia. El contenido y la extensión son libres; el único requisito es la sinceridad. Las cartas se cierran para que solo las lea el destinatario.

La primera carta estaría dirigida a un futuro alumno del mismo grado que se termina. ¿Qué le dirías para que tenga un buen año? La misiva podría contener consejos para tener un buen desempeño, qué cosas evitar y cuáles procurar para organizarse mejor, las dificultades que enfrentaron y la forma como las resolvieron, así como los beneficios que obtuvieron de los distintos aprendizajes. Estas cartas cerradas se entregan a la maestra, quien se encargará de distribuirlas al azar entre sus estudiantes durante la primera semana del siguiente ciclo.

En la segunda carta el alumno se escribe a sí mismo, para releerla en el futuro. En ella registra sus mejores y peores momentos además de algunos recuerdos y aprendizajes relevantes de su experiencia en la clase, su percepción de sus compañeros, profesores y logros. Puede incluir además sus deseos, miedos y expectativas para el siguiente año. Al igual que la anterior la carta se entrega a la maestra, quien se encargará de devolverla a su autor en una fecha cercana a la mitad del año escolar siguiente.

El destinatario de la última carta es el maestro o maestra. En ella, el alumno podrá expresar su punto de vista sobre su mentor. Qué le gusto y qué no, y por qué; cuándo se sintió incomodo o reconocido; qué piensa de lo que aprendió y qué fue lo que no le quedó claro. No está de más agradecer el trabajo del docente, si se piensa que lo hizo bien; pero también, si se cree lo contrario, se vale decirlo.

Además de fomentar una reflexión personal sobre un periodo concreto de la vida, los recuerdos así registrados serán sin duda una valiosa contribución para cada uno de los destinatarios.

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